Aunque lo busquen vender como un “juguete caro” no se trata de nada lúdico, este casco fue hecho para aeronaves con misiones de ataque terrestre, reconocimiento y defensa; con capacidad de camuflaje.
Este dispositivo de ultra alta tecnología está conectado a cámaras en el avión, que le permite al piloto poder distinguir todo lo que registran a su alrededor, sin siquiera mover la cabeza ni ser obstaculizado por la estructura misma del avión.
Posee además de micrófonos por comandos de voz, un sistema de visión nocturna y por supuesto una ‘head-up display’ (HUD), que muestra (además de la vista en 360º) una lectura de los datos en la pantalla.
Si bien esta tecnología es increíble, desde que empezaron las pruebas se encontraron una serie de problemas: en las turbulencias se registran retrasos en el sistema de video que marea a los pilotos; en la función de visión nocturna una luz verde oscurece la visión de la persona que maneja el dispositivo; el casco que debería permitir a los pilotos compartir la información con otros aviones solo lo hace con un máximo de tres aeronaves; y cuando cuatro o más vuelan juntos surgen problemas en las comunicaciones que crean una imagen inexacta para el piloto. Esos serían muchos inconvenientes para un casco que cuesta 400 dólares, ¿no?
La compañía norteamericana Lockheed Martin es líder en la industria aeroespacial y militar, y es la última empresa contratista del proyecto que lleva años de retraso y acumula millones de dólares arriba del presupuestado acordado entre la empresa fabricante y el Pentágono.
Se suele criticar a la ciencia por financiar proyectos muy costosos al mismo tiempo que existe mucha desigualdad en el mundo. Sin duda este es un caso de esos.
¿Dónde aplicarías esta tecnología fuera del campo bélico?