Las Vegas, Nevada. En el marco del Consumer Electronic Show, mejor conocido como CES y que no es otra cosa que el evento de tecnología más importante, el CEO de la alianza Renault – Nissan, Carlos Ghosn dio a conocer la estrategia del consorcio en materia de conducción autónoma y combustibles alternos y cuyo nombre es Intelligent Mobility.
Como parte de esta ambiciosa estrategia tenemos al Seamless Autonomous Mobility (SAM), que emplea una tecnología desarrollada conjuntamente con la NASA y que permitirá que la conducción autónoma sea una realidad mucho más rápido.
Es cierto que ya existen en el mercado numerosos vehículos con funciones de conducción autónoma, quizá el más conocido sea el Autopilot de Tesla, aunque BMW, Mercedes-Benz y Nissan, entre otros las ofrecen también. Sin embargo aún no es posible delegar por completo el control a un auto.
En el caso de la tecnología de conducción autónoma de Nissan, denominada Propilot, la primera de tres fases ya se puede adquirir como opción en el modelo Serena (un monovolumen familiar que se vende en Japón). En esta primera etapa, el Propilot es capaz de mantener el carril, acelerar, frenar y seguir la trayectoria en función de los otros vehículos en autopista.
La segunda etapa que llegará el mercado en 2018 también funcionará únicamente en carretera y permitirá que el auto cambie de carril si es necesario.
Por último, la tercera etapa programada para 2020 ofrecerá conducción autónoma en ciudad. Es importante destacar que la tecnología para conducción autónoma ya está prácticamente lista, sin embargo aún son prototipos que no se pueden comercializar aún.
Entonces, ¿Qué papel juega esta nueva tecnología SAM para hacer realidad estos compromisos?
Resulta que una máquina que es capaz de detectar los objetos a su alrededor (autos, personas, etc), las señales de tránsito y guiarse gracias a sofisticados mapas, por muy avanzada que sea, difícilmente podría romper las reglas, algo que bajo ciertas circunstancias se puede necesitar, y que cualquier conductor es capaz de hacer sin ningún problema.
Es decir, supongamos que el vehículo autónomo se encuentra en una situación en donde hay una obra de reparación en el camino que obstruye su carril y para continuar tiene que invadir el carril contrario siguiendo las señas de un trabajador. Tomar esa decisión podría tomarle demasiado tiempo, incluso podría suceder que no la tomara nunca y se quedara detenido. Es cierto, los vehículos autónomos incorporarán inteligencia artificial que les permitirá aprender, pero los escenarios como el que acabamos de describir se presentan incontables veces en una ciudad todos los días.
Este reto hace que la conducción autónoma total sea tan difícil de lograr, sin embargo Nissan recurrió a la NASA. Y es que aunque ha incorporado a su explorador de Marte, el Curiosity con la tecnología necesaria para que sea capaz de moverse por sí solo, se han topado con situaciones en donde el vehículo no sabe que determinación tomar, por lo que a control remoto, una persona lo ayuda a determinar la mejor manera de sortear un obstáculo determinado.
El SAM de Nissan funciona básicamente igual, es decir, habrá a alguien conectado mediante la nube para auxiliar a control remoto a los vehículos a tomar esas decisiones que para una máquina resultan casi imposibles. Entonces cuando un vehículo autónomo se encuentre con algún escenario en donde sea incapaz de tomar una decisión, un operador de movilidad de forma remota simplemente dibujará en el mapa del vehículo la trayectoria que debe seguir y éste la seguirá sin problema, para inmediatamente después retomar el control.
De esta manera, gracias al SAM, Nissan asegura que la conducción autónoma total se adelantará al menos una década para llegar al mercado.