La llegada de Emmanuel Macron al Elíseo al mismo tiempo que Donald Trump anunciaba que Estados Unidos se retiraba del Acuerdo de París sirvió como contrapeso de las decisiones polémicas del magnate republicano. El mandatario francés respondió inmediatamente a su par estadounidense con la frase “Make the planet great again” (“Hagamos el planeta grande de nuevo”), en obvia referencia al slogan “Make America great again” con el que Trump llegó a la Casa Blanca.
Ahora, Nicolas Hulot, Ministro de Ambiente, anunció que el gobierno galo buscará reducir a cero las ventas de autos a combustión interna de acá hasta el 2040. Sin lugar a dudas, se trata de un ambicioso plan en una país que tiene una fuerte industria automotriz, con marcas importantes como Renault y las del grupo PSA (Peugeot, Citroën y DS) que lo llevan a ocupar el 11º puesto en el ránking mundial de producción del sector.
La idea central se enmarca en un plan de acción de 23 ejes sobre el cambio climático, y en el campo de los autos, la idea no es cortar de cuajo la comercialización de vehículos nafteros y gasoleros, sino empujarlos hacia su fin. Para ello, una de las primeras medidas será la de, impuestos mediante, unificar los precios de los combustibles dentro de cinco años. Además, se buscará ayudar económicamente a aquellas familias propietarias de un auto con más de 15 años para cambiarlos por uno amigable con el medio ambiente, siempre y cuando el coche viejo se retire de circulación.
La industria automotriz representa el 16% de los ingresos en la economía francesa y genera trabajo para medio millón de personas. Considerando esto, será todo un desafío para el gobierno de Macron y para las empresas lograr cumplir esta meta para 2040, en vistas de un futuro más sustentable para el mundo. ¿Podrán las empresas de Francia continuar el proceso que ha empezado, por ejemplo, Volvo?