Con el advenimiento de las nuevas tecnologías, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la movilidad urbana es a los peatones distraídos que miran para abajo, hacia sus smartphones, mientras cruzan la calle. Ahora, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCBA) tendrá una herramienta para combatir ese problema: semáforos en el piso.
Con el voto unánime de la Legislatura Porteña, ahora la Ciudad podrá aumentar la cantidad de semáforos en el piso, una idea importada de Países Bajos y Alemania que dio buenos resultados en Europa. El GCBA ya había instalado en junio una primera prueba en Avenida del Libertador y Ramos Mejía, en Retiro, emulando lo hecho en Rosario, donde ya funciona una decena de este tipo de semáforos.
A nivel tecnológico, se trata de una fila de luces LED hechas en sobre relieve, impermeables y resistentes a los golpes y las pisadas, que cambian de color en sincronía con el semáforo tradicional.
La opción de semáforos en el piso contrasta con otras propuestas alrededor del mundo. Por caso, en la ciudad de Nw Jersey, Estados Unidos, un proyecto de ley busca multar a aquellos que caminen mirando el celular con $50 dólares, una idea más de corte punitivo que los benevolentes LEDs.
¿Vale la pena invertir en este tipo de tecnologías? ¿Es preferible concientizar y mantener la infraestructura actual?