Fue en 1978 cuando Mazda develó el RX-7, uno de los autos más impresionantes de la historia, y modelo clave para darle reputación como fabricante de autos emocionales.
El atrevimiento de Mazda fue total con este auto. Primero, porque fue desarrollado en medio de la crisis del petróleo, cuando la demanda de autos deportivos estaba por los suelos. Y luego, porque decidió apostar por un deportivo distinto, que fue ligero, eficiente y, sobre todo, divertido de manejar.
La mayor novedad del RX-7 fue la utilización de un muy compacto motor rotativo (Wankel) instalado en posición central delantero y ubicado muy abajo, consiguiendo aligerar el peso y reducir el centro de gravedad.
Este motor 12A no era nuevo para la marca, pero sí su tamaño y posición. Tenía un desplazamiento de 1,146 cc y una potencia de 100 hp, pero podría llevar el auto a más de 118 mph (190 km/h). La mecánica evolucionó en todos los sentidos, con el adicionamiento de un turbo, mayor cilindrada y mejor admisión y escape, y la variante 1.3 Twinturbo de la última generación llegó a ofrece 276 Hp.
El éxito que consiguió entre los clientes y la prensa no se hizo esperar, y el Mazda RX-7 apareció en todas las listas mundiales de autos para comprar.
La primera generación FC fue todo un suceso: más de 470 mil unidades se comercializaron en apenas siete años. En 1985 apareció la segunda iteración FC, ahora con potenciación extra a través de un turbo y la opción de una carrocería descapotable. La última generación conocida como FD se vendió en 1992 y 2002, cuando la marca lo descontinuó antes de lanzar el RX-8.
En materia de competición, el Mazda RX-7 ganó prácticamente en todos los lados donde se presentó. Triunfó en las 24 Horas de Spa de 1981 (general), fue campeón del BTCC británico en 1980 y 1981, acaparó 100 victorias en la IMSA americana en 12 años y venció en las 24 Horas de Daytona de 1979 (clase). Y por si fuera poco, sumó podios en el Grupo B del mundial de rally.
En total se produjeron 811,634 unidades, pero su éxito fue mucho más allá de los números. Y es que el RX-7 venció a sus principales rivales en la pista, generó una fidelización que se mantiene hasta ahora, y convirtió a Mazda en un fabricante de autos deportivos con reputación.
Los 40 años del Mazda RX-7