Si bien es demasiado prematuro predecir el impacto del tentativo acuerdo comercial entre Estados Unidos y México, hay una cosa que muy probablemente sucederá: los precios de los automóviles subirán de precio.
Esto como consecuencia del pacto logrado entre ambos países en el que se llegó al compromiso de elevar los costos de producción de los productos mexicanos -partes y vehículos-, mismos que al final de cuentas serán pagados por los consumidores estadounidenses.
Igualmente, los costos de los vehículos también están subiendo por otras razones: mayores precios de transacción debido a la popularidad de los SUVs, a los aranceles al aluminio y acero, así como el nivel de tecnología contenido.
Sin duda, todo lo anterior esto propiciará que las personas dejen de comprar vehículos nuevos, teniendo como primera opción los automóviles usados. Una prueba de ello es que los precios de los automóviles usados, que normalmente disminuyen en verano, han estado aumentando, durante 10 semanas consecutivas.
Asimismo, el acuerdo comercial entre Estados Unidos y México aumentaría los costos generales al exigir que el 75 por ciento del valor de las piezas de un automóvil se fabrique en América del Norte y el 40 por ciento del automóvil total que se construirá en las plantas donde los trabajadores ganan al menos $ 16 por hora.
Independientemente, de este acuerdo hay que reconocer que México ha sido agresivo en su estrategia económica al mirar más allá de Estados Unidos para obtener acuerdos comerciales beneficiosos. En los últimos años, ha habido inversiones de fabricantes de automóviles coreanos, japoneses, chinos y alemanes, así como de diversas empresas proveedoras.
Es un hecho que esta serie de inversiones perjudica a Estados Unidos que al no lograr acuerdos comerciales con otros países, y al tener una mano de obra más cara, que no quiere decir que sea la mejor, no resulta ser la opción número uno.