Aunque no lo ha confirmado de manera oficial, el Tata Nano ha dejado de producirse definitivamente tras diez años de fabricación en India. Desde diciembre de 2018 que no sale ni una unidad desde la fábrica y sólo ha comercializado una en todo el año, lo que habla a las claras de que su etapa en el mercado doméstico ha llegado a su fin.
“Estamos vendiendo según la demanda”, dicen desde la marca cuando se les consulta por el Nano, un auto que es más importante por lo que representa emocionalmente que por su impacto comercial real en los últimos años.
El Nano es conocido también como el “Auto del Pueblo”, según lo definió el propio Tata durante su presentación, cuando prometió que se comercializaría a un precio de 1 Lakh o 100.000 rupias, por entonces equivalente a unos USD 2.000.
El proyecto Nano llevaba ya cinco años de desarrollo y desde antes de su lanzamiento se supo que la promesa del “1 Lakh” sería difícil de cumplir si se la empresa buscaba generar utilidades. Sin embargo, siguió adelante ya que Ratan Tata soñaba con que el Nano lograra motorizar a la India, o más bien conseguir que la masa de la problación se bajara de las motos de dos y tres ruedas que repletaban las calles del país, y se subiera a un auto de verdad.
El Nano se lanzó como un hatchback pequeño de cinco puertas, con motor posterior y tracción trasera, que medía 3.100 mm de largo, 1.500 mm de ancho y 1.600 mm de alto, y con un peso de 580 kg, siendo mucho más especioso que sus competidores.
Equipaba un motor bicilíndrico de 624 cc, que erogaba 33 hp y ofrecía un consumo sumamente eficiente. En el momento de su lanzamiento aterrizó con tres niveles de equipamiento, aunque ninguno ofrecía frenos ABS, ni airbags, ni dirección asistida. El más barato fue puesto a la venta en 100.000 rupias.
El Nano inició sus ventas a comienzos de 2009 y su éxito en la India fue inmediato (las ventas del Maruti Alto 800 cayeron un 25% ese mismo año), al punto de que Tata presentó un año después una versión pensada para Europa, que cumplía las normas de emisiones y seguridad, aunque nunca llegó a producción.
Sin embargo, el desprestigio del modelo fue escalando. Primero, Tata debió cambiar el lugar de producción por problemas con los agricultores de la zona donde estaba construyendo su planta, teniendo demoras en las entregas de hasta 18 meses. Luego, algunas unidades se incendiaron por problemas eléctricos que demoraron dos años en solucionarse. Finalmente, diversos problemas de fiabilidad que dejaban a los clientes enojados.
El golpe de gracia lo dio el precio, que fue subiendo lentamente hasta perder competitividad. Hoy, un Nano se vende en Nueva Delhi por 2,57 lakhs (unos USD 3.800), mientras que un Alto 800 cuesta apenas 30.000 rupias más y viene más equipado.
En los primeros cinco años, Tata comercializó menos de 250.000 unidades del Nano, la cifra que se había propuesto anualmente. Desde entonces las ventas han caído estrepitosamente. En marzo de 2015 se lanzó una actualización denominada GenX, con un rediseño exterior e interior y más equipamiento de serie, pero no logró hacer remontar sus ventas.
En 2018 se entregaron a clientes menos de 300 unidades en un mercado que superó con creces los 3,4 millones de autos. Adiós Tata Nano, no sé si te extrañaremos.