En tiempos donde todas las categorías del automovilismo hacen ajustes en los costos, un título así le pone los pelos de punta a más de una persona. Ni hablar si pensamos en la ecología. Pero hay una explicación para todo esto, quizás no sea la más convincente pero hay una explicación.
La temporada 2020 de la Fórmula 1 iba a comenzar con el GP de Australia el 15 de marzo, pero luego de un caso positivo dentro del equipo McLaren (el cual se dio de baja) y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, el evento terminó postergándose a último momento.
Esto ocasionó no sólo un dolor de cabeza a los fanáticos que ya estaban listos para ver las pruebas y clasificación (vale decir que la organización estuvo bastante floja en materia de comunicación) sino que también provocó un dolor de cabeza logístico, específicamente para el proveedor oficial de neumáticos, Pirelli.
Para este Gran Premio, los neumáticos destinados a la carrera ya habían sido montados en las llantas y luego desmontados, por lo que el stress que sufren por ese proceso los deja inservibles para ser montados nuevamente. Actualmente Pirelli ya tiene listos los neumáticos para el GP de Vietnam y el GP de Bahrein, pero como todavía no fueron montados, pueden almacenarse hasta que se realicen las competencias.
La solución más ecológica que encontró hasta el momento la empresa para deshacerse de los neumáticos es triturarlos y embarcarlos hacia el Reino Unido, donde serán quemados para crear energía para una fábrica de cemento en Didcot.
Estas cifras asustan, pero en cualquier GP de la F1 Pirelli desecha aproximadamente unos 560 neumáticos para piso mojado si en la carrera no llueve. Evidentemente tendrán que encontrarle la vuelta para que en un futuro muy cercano los neumáticos puedan reutilizarse o en todo caso, cambiar la metodología para que no se genere tanto desperdicio. El cuidado del medio ambiente no es sólo algo para comunicar cuando conviene, sino que se ejemplifica con casos como éste.